viernes, 11 de noviembre de 2011

Si el Gocho pisa esta tierra, ¡ me lo mandan al Purgatorio !

Ignacio Gainzarain. @igaztelu
Cuando el Norte de la Revolución
se confunde con la ficción”
.

Eran los gloriosos tiempos del año 2007. La Revolución de los Cangrejos cabalgaba cómoda en popularidad, y su Hombre Fuerte, rodeado de Militares Buenos, se apresuraba a lanzar su producto estrella, su aporte riguroso al devenir de la historia: la “Reforma” para llegar de una al Socialismo Siglo 21.
Entre café y risas, el General más estrellado, todo un soldado leyenda conocido como “5E-0C”, preguntó al líder máximo: mi Comandante, usted que nunca ha perdido, ¿a quién le tiene miedo?.  El mesonero, oriundo de Cúcuta pero criado en Rubio, que tenía unos traguitos de más, se dice a sí mismo: “ah pues, se hacen los pendejos… le tiene miedo al Gocho, que es el único que los ha metido presos a toditos ellos”.
El Hombre Fuerte, como gran pitcher que fue, ataja las palabritas al instante, y las devuelve con una recta caliente: nosotros perdimos por los delatores, y por los civiles, que como siempre, nunca saben ejecutar  las tareas encomendadas.
“Yo me entregué, a mi no me metieron preso”.
Pero aprovecho la oportunidad para dejarles algo bien claro a todos ustedes: si ese Gocho pisa esta sagrada tierra de Bolívar, me lo meten en el “Purgatorio”. ¿Está claro?

El silencio invadió el gran Salón convertido en estudio de CINE y TV. El fondo que representaba la campaña admirable de los Andes, de pronto se vio enrarecido con miradas y sonrisas nerviosas, con humo de cigarros mezclándose con las preguntas de los presentes.
De pronto El General, preguntó ingenuamente al Comandante: ¿Purgatorio? Esa figura no existe en la Constitución, y es poco revolucionaria.  Bastó una sola mirada para aclararle que se vaya y resuelva en el camino.
Inmediatamente se retira El General,  y convoca a una reunión, hiper secreta, en el famoso Museo Histórico Militar. Los participantes recibieron un sobre cerrado. Estaban el G/D Very Clíver, la Fiscal Inocencia, El Gago (ex alcalde y famoso policía mata zurdos del 23E), el Monje de la gran Economía Bolivariana de Puertos, el Contralor (rudo miliciano de antaño), y el reconocido abogado de la Revolución, el siempre listo Dr. D’Escarrado.
El General  resume el reto que le encomendó el Comandante: “Estamos reunidos para llevar a cabo la gran cruzada por la Pulcritud de la Administración del Tesoro Nacional. Nadie puede saber en que andamos”. El Monje, el venezolano más apreciado por las empresas extranjeras, exige más detalle. El Gago, también gocho y bautizado por sus colegas tombos como “Gagocho”, revisa el sobre tratando de entender que está pasando.  
El General  exige silencio y ordena apagar la luz del patriótico estudio. De pronto chasquea los dedos, y arranca una película en blanco y negro, que presentaba las primeras sesiones secretas de los militares nazis discutiendo el proyecto “Solución Final”. Era el plan para sentenciar de una vez por todas a cualquier persona indigna de vivir, y a cualquier humano infectado por algún gen  judío en sus anteriores 50 generaciones. El video, envuelto en el misterioso disfrute que se puede tener cuando se pacta y planifica la desgracia ajena, dejaba claro el proceder del comité secreto encargado de dictar las leyes que se requerirían para llevar a cabo la inevitable e histórica limpieza racial.
Volvió a chasquear los dedos, se prendieron las luces, y El General soltó una frase precisa: “quiero una Solución Final para acabar con la corrupción. Quiero a su gran símbolo en el Purgatorio. Para que les quede claro, estoy hablando del Gocho. ¿Entendido?”.
La Fiscal Inocencia, aún con los ojos medio virolos, pregunta en voz bajita: ¿Purgatorio? ¿Qué es eso?. Acaso no le tocaría casa por cárcel. Y si lo traen muerto, ¿no tendría derecho a que lo entierre alguna de sus mujeres en un rinconcito de su terruño?
Very Clíver, había permanecido callado. Revisaba el diccionario de su vergatario. A él le encomendaron en el pasado operaciones claves como la toma de la PM. Se para inspirado, y le habla al grupo con la mirada puesta en aquel cuadro de Bolívar montado en burro: bueno, lo que sí puedo hacer, mientras se aclaran las cosas, es montar una inteligencia para monitorear al Gocho las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Pero el Dr. D’Escarrado, más analítico y versado en materia de leyes humanitarias y textos sagrados, tranquilizó a los presentes, afirmando: lo primero es el marco legal para tan importante misión. Debemos sentar las bases para que la humanidad pueda imitarnos en tan trascendente tarea de limpiar al mundo de Corruptos. ¿Saben cuántas personas mueren de hambre o a tiros como consecuencia de la corrupción?  La Originalidad Histórica de nuestra Revolución es lo que nos mantiene como vanguardia.
Yo  creo entender lo que quiere mi Digno Comandante con la figura del Purgatorio.
Nos toca crear la Ley para la Administración Pulcra del Tesoro Nacional, y su Reglamento Penal  de Cementerios Penitenciarios.”  El Comandante lo que quiere es que los Corruptos y sus familias no se libren de cumplir las condenas, así mueran los primeros antes de terminarlas.
Al Contralor se le prendió el bombillo en el acto, y con una placentera sonrisa, preguntó: o sea, ¿con esta ley podemos inhabilitar a los corruptos y sus familias?.
D’Escarrado aseveró: es más o menos así camarada Contralor. Si un personaje mete la mano en el Tesoro Nacional, y ha sido condenado a 50 años, y se muere por ejemplo a la mitad de su condena, entonces su cuerpo ingresará al Cementerio Penitenciario o Purgatorio, donde estará por los 25 años que le restan de condena. Su familia solo podrá visitar su ataúd una vez a la semana. Y lo más importante, una vez concluida la condena, su cuerpo y ataúd serán quemados en una patriótica hoguera en el Ávila, perdón en el Waraira Repano,  en ceremonia transmitida en cadena nacional.
Inocencia, la Fiscal, más tranquila, y con voz de defensora de los derechos humanos, vuelve a preguntar: ¿y cómo queda la posibilidad de los indultos? Nuestra Revolución se ha caracterizado por ser humanista, justa, y sobre todo por marcar las pautas en materia del buen vivir de los privados de libertad y sus familias. No podemos olvidar que somos la referencia mundial en materia de cárceles, y que los directores de cine más importantes nos siguen minuto a minuto.
Gagocho, sumergido en su tierna infancia, está haciendo dibujos y más dibujos. El documental nazi le recordó sus fantasías de jefe de jaulas en el Zoológico de la capital. Inocencia a su vez, trata de escribir las primeras líneas del capítulo de Indultos en el Purgatorio, porque tiene la corazonada de que en el Futuro cercano, una vez más, la “Revo”  necesitaría de la Improvisación de gente seria como ella.  
El General interviene exigiéndoles a ambos más atención, y se dirige al grupo definiendo con precisión las tareas de cada quien. Inocencia, déjese de pendejadas y ayude al Dr. D’Escarrado a diseñar la Ley y el Reglamento del Purgatorio. Sr. Monje, quiero un presupuesto para que en cada Zona de Seguridad se construya un Cementerio Penitenciario. Quiero a las mejores empresas árabes en este proyecto. Estamos hablando de 40 Purgatorios. Y a usted Very Clíver, le tocará sentarse con  Gagocho a instrumentar la inteligencia para detectar cualquier movimiento sospechoso de los corruptos opositores que todavía andan libres por las calles. Contralor, quiero nombres para la Lista “P”, es decir, todos aquellos que tienen condenas largas, y están a punto de cruzar el páramo, por ejemplo, como los tombos enfermos del 11A.
Gagocho sigue en lo suyo, y sin pena alguna le pregunta al General “5E-0C” acerca de quien se encargará de algo tan importante como el diseño. Comenta a todos, que de chiquito le gustaba jugar a pintar jaulas de todo tipo, y que había sido famoso en primer grado por haber construido una jaula para hormigas y otra para cucarachas. Les presenta sus diseños de Purgatorio y Celda modelo.
El General un poco sorprendido por los bocetos infantiles de Gagocho, le aclara en voz alta: yo siempre tengo todo fríamente calculado. He pensado en el arquitecto Farrucus, y en el gran maestro Avreus. Son incondicionales con mi Comandante, y el último tiene la inspiración necesaria para componer las sinfonías para purgatorio en do menor, y la obertura para las cremaciones en las hogueras patrióticas.
Bueno, manos a la obra. Quiero resultados rápido, no quiero problemas con el Líder.
Transcurridos 3 años de ininterrumpida labor, con más de 500 reuniones top secret, dos ministerios creados, más de 300 terrenos confiscados, presupuestos ejecutados dos y tres veces sin una pared terminada, fábricas iraníes de sarcófagos en las 4 esquinas del país, listas y listas de candidatos a la Lista “P”, y repentinamente, sucede lo inevitable. Un rumor invade el país político: ha muerto el Gocho, y como bien lo presintió Inocencia, la Fiscal, sus mujeres se están peleando el derecho a enterrarlo.
El Comandante manda a llamar al General “5E-0C”. El hombre aparece en cuestión de minutos. Mi Comandante, ¿para que soy bueno?  Acaso no estás al tanto de la noticia. No mi Digno Comandante. ¿Qué pasó? Carajo, se murió el Gocho y la Inteligencia no se ha enterado aún. A veces no entiendo como lograste esas 5 Estrellas en 0 Combates. Pon a tu equipo a trabajar. Me huele a conspiración imperial.
Las calles, enblanquecidas de la noche a la mañana, presagiaban días de angustia.
El General no sabe qué hacer. Nada está listo. Se retuerce como pez que se le acaba el oxígeno. Exclama: no podemos permitir que el Gocho recorra libremente las calles. Por su lado, el siempre listo Dr. D’Escarrado, camina de un lado a otro, pensando en un truco de última hora para tan bochornosa situación.
El pueblo blanco susurra de oído en oído que el Comandante va a meter preso al Gocho, con todo y ataúd. La juventud blanca ha pintando todos los árboles con un mensaje sedicioso: “el Gocho merece un entierro digno. No al Purgatorio”.
El General, esta vez cabizbajo, pregunta a Very Clíver: ¿cómo se enteraron de lo del  Purgatorio?, ¿Estamos pinchados? ¿qué hacemos ahora?.
Inocencia, la Fiscal, levanta la mano, pero el Dr. D’Escarrado le niega la palabra. Very Clíver analiza los escenarios y concluye que no hay condiciones objetivas para encarcelar al Gocho y su ataúd. Gagocho asiente con la cabeza, y agrega: no tenemos calle. Huele a “sacudón”.
Inocencia vuelve a levantar la mano. Esta vez, el Contralor aboga porque la dejen hablar. Ella, saca de su cartera, Louis Vuitton of course, unos papelitos arrugados. Mi General, yo me esmeré en el capítulo de los Indultos y Perdones del Comandante Presidente. Escribí el Preámbulo: “Solo la Bondad Superior del Comandante Presidente, puede salvar a un reo y su familia del Purgatorio. El Indulto será aplicado cuando Él lo juzgue conveniente a los intereses de la Humanidad”.
El Contralor felicita a la Fiscal. Excelente trabajo. Usted nos ha dado la clave para salir de este embrollo. D’Escarrado forcejea con la Fiscal y termina quitándole los papeles. Se sienta frente a la computadora. Redacta el Decreto Gracioso de Indultos y Perdones. El General, el Contralor y D’Escarrado urgen a  El Comandante a que se encuentren en la Asamblea Nacional.
El encuentro se realiza la oficina del célebre Soto Rojas. Las honorables diputadas, vestidas de negro, están inquietamente sentadas en las primeras filas. Inocencia, La Fiscal, con un escote que alborota las flácidas fantasías de los diputados revoltosos de la tercera edad, pide que se pongan todos de pie. El Comandante con sus asesores, entra en medio de aplausos y gritos. Como de costumbre se hace del micrófono principal. Mira al techo, y una vez en trance se dirige a los presentes: “Tuve una pesadilla. Soñé que la Venganza triunfó sobre el Perdón”. Después de unos segundos de mirada perdida en la estatua de 10 metros de altura que se mandó a hacer, continúa con su discurso. Estamos en cadena nacional. Pueblo bolivariano, yo como Hijo que soy del Bolívar humanista, y sabida nuestra evidente superioridad moral, los exhorto a que enfrentemos la violencia de los resentidos con el amor de los revolucionarios. He decidido Indultar al Gocho y a  sus mujeres, y he ordenado que lo entierren en fosa individual, precaria y estrecha. Será en el cementerio de la burguesía local. He instruido a las autoridades locales para que permitan que lo lleven en hombros al cementerio. Eso sí, con una lápida en forma de gran cruz, con un epitafio visible a 100 metros de distancia, y que rece así: “Aquí yace el Hombre Viejo. Aquí mora un condenado de la Historia ”.  
El auditorio estalla en aplausos. Inocencia, La Fiscal, susurra: “El Gocho nunca se imaginó el favor que me quedaría debiendo”. Y el mesonero, mientras veía la cadena y trataba de sacarse el ratón de la noche anterior, se dice a sí mismo: “coño, los gochos somos arrechos. Estos soldaditos llaneros creen que nos pueden humillar. Pa caudillos, los andinos. Dios tenga al Gocho en la gloria”.

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